viernes, 30 de diciembre de 2011

FIN DE AÑO

Debería ser el día dedicado a San Cronos el Dios del Tiempo, pues seguro que no existe otro día en que tanta gente esté pendiente del reloj. Que debemos ser suficientes como para hacer un Record Guiness.  Como lo son la cantidad de rituales que existen para tener buen año, que debemos realizar el día 31 de diciembre.

Uno de los más conocidos es el de comer un uva con cada campanada que señala el inicio del nuevo año, si somos capaces de realizar tamaña hazaña tendremos un año lleno de buena fortuna. Esta tradición se inició en 1909 cuando hubo una sobreproducción de esta fruta y a los viñateros se les ocurrió que sería una buena manera de deshacerse del excedente. Por si no es lo bastante difícil comerse las uvas a la carrera se añade la presión de tener que pedir un deseo con cada grano del fruto de Baco. Que no tengo tan buena coordinación y menos después de la cena opípara y las copitas de cava.
Menos mal que no vivo en Italia, pues corre el rumor que ellos en lugar de comer una uva con cada campanada ellos toman una cucharada de lentejas, que ya me las veo y me las deseo para no atragantarme con la uva, no quiero ni pensar en lo que me pasaría con las lentejas.

Hay que ponerse ropa interior de color rojo ¿qué por qué? Pues ni idea. Si seguimos la línea de la tradición de las uvas y las campanadas, me da por imaginar que algún año habría un excedente de tinte rojo y a algún avispado se le ocurrió hacernos llevar alguna prenda roja para deshacerse de tanto tinte carmesí. Se agradece que eligieran que fuera ropa interior, porque si de repente aparecemos todos con ropa de color rojo, yo predigo que habríamos acabado en la hoguera acusados de pertenecer a un culto al demonio.

Poner un anillo de oro en la copa de cava, se dice que así atraerás el dinero. Yo más bien creo que es un plan maquiavélico de los profesionales de la medicina para que no les falte el trabajo. Pues corres más riesgo de atragantarte que de tener fortuna.

Deshacerse de las malas experiencias del año y entrar en el nuevo limpitos y relucientes. Debemos escribir en un papel las cosas que nos han afectado negativamente durante el año y que queremos dejar atrás. Luego lo quemamos y se supone que esas cosas que nos angustian se transmutarán y/o desaparecerán como lo hace el papel bajo el fuego.
Aunque seguramente lo que vamos a conseguir es quemar la casa. Y si estáis pensando que los bomberos idearon esta tradición para tener trabajo, os equivocáis. Los sacrificados bomberos quieren estar en el cuartelillo tomándose las uvas como cualquier hijo de vecino. Si se te quema la casa tienes que comprarte otra. Las constructoras están detrás de este ritual, no lo dudéis ni por un segundo.

Si quieres viajar a lo largo del año que llega, sólo tienes que coger una maleta y dar una vuelta a tu casa. Lo que nos faltaba, además de pasear al perro pasear la maleta. Pero bueno, para poder seguir viajando de vez en cuando yo hago lo que sea.
Deduciremos que: si pasear una maleta nos trae viajes, pasear una buena maleta nos traerá buenos viajes. Así que asegúrate de no hacerlo con la maleta cutre o igual acabas viajando a Benidrom en el tren borreguero. Como estamos comprobando detrás de cada tradición hay el interés monetario de alguien, aquí yo diría que es de los vendedores de maletas.

Encender velas también es una gran costumbre para este día. Cada color significa una cosa distinta que queremos atraer hacia nosotros.
Azul – paz
Amarilla – abundancia
Roja – pasión
Verde – salud                                      
Blanca –  protección
Naranja –  inteligencia
Morado - éxito
Violeta - serenidad
Gris-sabiduría
Rosa- amor
Dorada-riqueza
O sea que al final he gastado un dineral en velas, que mi hogar parece más una iglesia que una casa. Y así he ayudado a fortalecer la economía de los apicultores que desde la invención de la sacarina andaban un poco alicaídos.

¿Quién no ha hecho la dichosa lista de propósitos para el año nuevo? ¿Y quién ha sido capaz de llevarlos a cabo? Aún con la imposibilidad de lograr esa hazaña nos empecinamos en rompernos la cabeza buscando tareas para hacer (somos masoquistas), pero la tradición es la tradición.
  Dejar de fumar.
  Empiezo el régimen.
  Ir al gimnasio.
  No criticaré a mis conocidos.
  Viajaré.
  Seré puntual.
  No mentiré.
  Seré generosa.
  Tendré una afición.
  Aprenderé a tocar un instrumento.
  Llamaré una vez a la semana a mi madre.
¡Esto está chupado, este año lo consigo!


Que estrés los últimos minutos del año. Concretamente 5 para las 12 y aún estamos repartiendo las uvas. Y yo necesito más tiempo que me pelo y despepito cada grano, que sino, no soy capaz de comérmelas. Creo firmemente que hay dos tipos de personas en el mundo: las que se las tragan como las gallinas y las que las acumulan en los carrillos como las ardillas. De estas últimas soy yo.
En estos momentos es cuando  agradecemos haber tenido un profesor estricto de matemáticas cuando éramos pequeños. Que después de toda la vida con el mismo ritual aún hay gente que se lía y cuenta mal las campanadas.
Faltan 5 segundos para las campanadas. Estamos todos requete concentrados con una uva en la mano para no perder ni un milisegundo, como si fuéramos atletas a punto de empezar los cien metros lisos.
DONG
-Ahora, ahora.
-Que no abuelo, que son los cuartos.
DONG
-Pues yo ya me he comido una –dice la tía Josefina-.
-¿Y qué cuarto es?
DONG
-El segundo.
-El tercero.
-Callaos, que no oigo.
DONG
-Sube el volumen del sonotone abuela.
DING-DONG
-Ahora sí –esta es mi madre, tendría que haber sido comandante del ejército-.
Todo el mundo se calla y empieza a engullir los granos con un noble esfuerzo de coordinarlo con las campanadas.
DING-DONG
Una uva atraviesa rodando la mesa, perece que no está conforme con su destino y huye despavorida.
DING-DONG
La tía Josefina se está poniendo morada. No morada de comer, sino del color.
DING-DONG
En el plato de los demás quedan 5 uvas.
DING-DONG
Y en el mío 8. ¿Será que las mías son de cepa mutante y se multiplican en el plato?
DING-DONG
-Cómo corre el condenado –este es el tío Raimundo-.
No hay que mirar a los demás bajo ninguna circunstancia.
DING-DONG
Menudas caras de concentración. Campanada, uva a la boca, un bocado, tragar y repetir. Que ni las clases de aerobic son tan coordinadas.
DING-DONG
He mirado a mi hermano, estoy perdida.
DING-DONG
Estallo en carcajadas.
DING-DONG
Mi madre me mira con el ceño fruncido, nunca le ha gustado la rebeldía.
DING-DONG
Este año tampoco me acabo las uvas a tiempo.
DING-DONG
¿Pero hay mejor forma de empezar el año que riendo?





¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!

1 comentario:

  1. Yo que como lentejas y uvas, pero despues de las doce ¿por eso no soy millonaria?

    Besos y genial tu relato

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