Estoy
en una cafetería esperando a Elena, he conseguido abrirme paso en su apretada
agenda social para tomar algo juntas.
Miro el
reloj; llega tarde, como siempre. Al fin
la diviso un par de calles más allá. Va hablando por el móvil mientras
gesticula frenéticamente.
Observo
ese ritual de conversación que tiene de detenerse para hablar en medio de la
calle, haciendo que los transeúntes se vean obligados a sortearla o llevársela
por delante. Tanta gesticulación debe intimidar, porque todos la esquivan con
gran pericia.
Nunca
llegaré a entender por qué hace eso, ¿acaso pararse para hablar acrecenta las
posibilidades de que el receptor entienda mejor lo que le estás diciendo, o es
que ya no somos capaces de caminar y hablar a la vez?
Después
de diez minutos observándola, Elena consigue llegar hasta mi mesa.
-Veo
que ya has pedido –me dice ofendida.
-Tenía
sed y llegas tarde –le contesto.
Hace un
gesto con la mano descartando mi comentario.
-Me
alegré mucho cuando me llamaste, hacía tiempo que no hablábamos –dice Elena.
-Tengo
algo que quería contarte…
Bip-Bip.
Su móvil suena.
-Perdona
un momento –me dice Elena-. Es un mensaje de Vero, que Ramón ha puesto un
comentario de mi en su Twitter –dice mirando la pantalla-. Espera un segundo
que lo miro.
Teclea
frenéticamente en su móvil.
-Que
majo, Ramón. Dice que mi cinta del pelo le ha gustado mucho.
-Sí,
que majo. Como te decía…
-Un
segundo que tengo que ponerle un comentario, sino sería una grosería.
Elena
teclea que tecleará.
-Ya está.
¿No te parece un gesto muy tierno de su parte?
-Sí,
sí, muy tierno –considerando que Ramón lleva persiguiendo a Elena desde hace
tres años y todo lo que alaba es su cinta del pelo, me parece muchas cosas pero
tierno precisamente, no-. Como intentaba decirte…
-¿Va a
tomar algo? –le dice la camarera a Elena.
-Un te
de frutas del bosque pero nada de bolsitas, que sea a granel, con una ramita de
canela y una rodajita de limón. Ah, y azúcar de caña biológico, nada de ese
veneno blanco para mí.
-¿Nada
más? –pregunta la camarera con ironía.
-Nada,
gracias. ¿Qué decías? –me pregunta Elena.
Ring-Ring.
-Perdona,
tengo que contestar –dice Elena-. ¿Sí? Tomás, no, no quiero hablar contigo, ya
te dije en el mail que lo nuestro había terminado. No, no, ni hablar. No voy a
seguir contigo, no insistas. Adiós.
-Veo
que has roto con Tomás –digo alucinada.
-Sí, se
ha vuelto aburrido y ya no lo aguantaba más. Ayer corté con él.
-¿Por
e-mail?
-Sí.
Espera un minuto tengo que cambiar mi estado en el facebook, que se me había olvidado.
-Claro,
claro, tú haz.
Teclea,
teclea.
La camarera que es más lista que el hambre
aprovecha este momento para traer el te de Elena y desaparecer inmediatamente.
-¡Ya
está! Ahora mi estado es “disponible” –dice emocionada-. Como te decía ahora
estoy buscando un hombre que me comprenda, que me lleve de viaje, que me mime…
Bip-Bip.
“¡Gracias,
Señor! No creo que pudiera aguantar tanto desvarío mucho más”.
-Vaya,
están chateando sin mi –dice Elena incrédula-. Un segundo, pongo un par de
comentarios y soy toda tuya.
Teclea,
teclea, teclea…
-¡Ya!
Deberías probarlo es muy divertido –me dice Elena.
-Otra
día lo pruebo. Como intentaba decirte, tengo que…
Bip-Bip.
-Espera,
es un mensaje de mi horóscopo. Dice:”Hoy es un día propicio para estrechar
lazos con tus amigos”. ¡Madre, mía! Aquí estamos tú y yo estrechando lazos.
¿Cómo lo harán para acertar siempre?
-Ni
idea –digo francamente alucinando con mi amiga-.El caso es…
Ring-Ring.
-Es mi
madre –dice Elena-. Tengo que contestar sino me dará la lata dos días con su
neura de que no la quiero… Hola, mamá. No, no, ya te dije que esta tarde salía
con Montse. Besitos de mi madre.
-Devuélveselos
–de digo sinceramente.
-No, no
iré a cenar hoy. Voy a salir. Sí, mamá, sí a bailar, no, no voy a llamar a
Tomás, ya te he dicho que no. Bueno, mamá, tengo que dejarte. Besos. Uf, es una
pesada, sólo quiere ser siempre el centro de atención.
-Ya veo
–digo.
-Bueno
y ¿qué era eso tan importante que querías contarme?
-Pues
verás…
-¡Ay,
espera! Hoy aún no he subido mi entrada en el blog. No puedo defraudar a mis
seguidores, será solo un segundín.
Teclea,
teclea, teclea, teclea, teclea, teclea, teclea...
-Bueno,
ya está.
Me
quedo callada esperando una nueva interrupción del diabólico artefacto. Pero
parece que esta vez se queda mudo.
-En la
oficina corren rumores de que…
Bip-Bip.
-¡Genial!
Tengo una aplicación que me avisa cuando hacen rebajas. Mañana en “Tontie’s a
la moda” harán el 30%. Se lo tengo que decir a todas.
Teclea,
teclea, teclea.
-Bueno,
yo me marcho –le digo a Elena poniéndome en pie.
-Pero
si aún no me has contado eso tan importante –protesta molesta.
-Tranquila
ya te mandaré un mensaje al móvil en cuanto llegue a casa.
Me
marchó del café, con ganas de abofetearme por haber perdido tanto tiempo con
Elena.
Ring-Ring.
Miro la
pantalla de mi móvil y es Elena. Ahora quiere hablar. Evidentemente no me
molesto en contestar.
Bip-Bip.
Es un
mensaje de Elena, que está muy molesta con mi actitud.
Bip-Bip.
Es una
invitación de Elena a su facebook.
Bip-Bip.
Es una
invitación de Elena al chat.
Bip-Bip.
Es la
dirección del blog de Elena.
Bip-Bip.
Es un
enlace al Twitter de Elena.
Madre
mía, ella solita debe tener colapsado el satélite de comunicaciones.
Bip-Bip.
Elena:
“Mañana rebajas en “Tontie’s a la moda”, nos vemos”.
¡UFFFFFFFFF!
Bello leerte. te dejo un fuerte abrazo!
ResponderEliminarEste mundo nuestro se nos está desquiciando ... perdemos el sentido de la realidad .. Es cierto que hay personas que viven totalmente inmersas en la tecnología y han olvidado mirar a los ojos de la persona con la que están..
ResponderEliminarEn fin... a mi me sigue gustando saborear el placer de la compañía mucho más que un trozo de cristal y metal ..
Un abrazo
Hola Montse.....un artículo muy simpático este de las adicciones.
ResponderEliminarUn saludo
Isabel
Hola pasaba por aqui y si me lo permites me quedo. Un SALUDO
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