Nunca
he entendido por qué se utiliza el término “ser un gallina” para describir una
persona cobarde. Si tienes mala suerte y el que te acusa es un graciosillo,
hará un sonoro co-coc y aleteará vergonzosamente con los brazos.
El
que cree que una gallina es un espíritu cobarde es que nunca ha intentado coger
un huevo de debajo del plumífero animal. Te llevas algunos picotazos, un amago
de infarto por la alharaca y la agitación de plumas, terminado con unas garras
como cuchillas intentando arrancarte los ojos. A mi no me parece una actitud
cobarde.
Aunque,
vale sí, si se cuela en el gallinero un zorro y las mira como si fueran un
pollo a l’ast, ellas huirán despavoridas. ¿Pero quién puede culparlas? Yo
cuando un hombre me mira con deseo también huyo, pues no puede ser más que un inspector de
hacienda.
Recientemente,
gracias a la forma de actuar de una persona cercana a mi, he descubierto el
verdadero sentido del término “ser un gallina”. Siguiendo con la analogía
animal, una gallina que pone un huevo (que es la parte difícil del proceso) y
luego pretende que nazca el pollito sin incubarlo. Un pollito requiere para
crecer: calor, mimo, que le den la vuelta de vez en cuando y lo protejan de la
mano ladrona. Y no llegará a buen término sólo con la intervención del destino
o de la divina providencia.
Cuando
uno emprende un proyecto no sólo tiene que hacerlo en sí mismo, hay que cuidar
los detalles, implicarse, dar lo mejor de uno mismo y perseverar. Es cierto que
el camino está lleno de frustración, hastío, decepción y obstáculos, pero para
eso existe el tesón.
No
podemos hacer como la gallina cobarde que levanta el ala hacia el cielo y grita
¡¿por qué a mí?! Cuando ve que de los huevos de sus compañeras salen hermosos
pollitos y del suyo no. Pero cuando se le pregunta por qué no lo ha incubado
siempre tiene una excusa: que me dan calambres en las patas, que los huevos le
producen alergia, etc…
Es
triste ver a alguien con capacidad para
lograr grandes cosas, dejarse vencer por el temor o la vagancia y escudarse
tras excusas para no llegar al final con sus proyectos. Pero así es el libre
albedrío, somos seres dotados de la capacidad de elegir libremente cada una de
nuestras acciones, para bien o para mal.
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