lunes, 31 de diciembre de 2012

FIN DE AÑO


Se acaba el año y como no, es hora de hacer balance. Este 2012 ha resultado un año interesante en muchos sentidos.
-He logrado librarme de viejos rencores.
-He aprendido a no hablar estando airada.
-No hacer juicios precipitados.
-He llevado a cabo grandes proyectos con resultados inesperadamente positivos y grandes dosis de diversión, que me han enseñado el valor de la determinación y me han mostrado nuevos retos que perseguir.
-He conseguido un amigo nuevo.
-Y he perdido uno viejo.
-Me  he entretenido mucho con la llegada del fin del mundo.
-Y llorado con las penurias del mundo en que vivimos.

Eso es todo en cuanto experiencias enriquecedoras, ahora hay que analizar los propósitos que hice hace un año y comprobar cuantos he llevado a cabo.

-Dejar de fumar: Sí he dejado de fumar. Aunque sólo fuera durante una semana. Que es regresar al trabajo y el estrés se te come viva y sólo tienes dos opciones: fumar como un carretero o volverte loca. Como ya tengo por la mano eso de fumar, me inclino por el mal conocido. Como no especifiqué cuanto tiempo tenía que estar sin fumar, consideraré el objetivo:
 V   Conseguido.






 -Empezar el régimen: Empezar, empezar, empecé. Después de acabar con las sobras de las fiestas, empecé el régimen. El proyecto duró exactamente dos semanas, durante las cuales pasé hambre, me cambió el humor, me dio ansiedad y me mareaba a media mañana. Como empezar el régimen era el objetivo y no llegar a un peso específico, considero el objetivo:

 V  Conseguido.



-Ir al gimnasio: Como la mayoría de mortales, después de las fiestas me apunté al gimnasio. ¡Estaba toda emocionada y motivada! Tengo que admitir que esos sentimientos positivos me duraron tan poco como lo que tardé en ver todos esos cuerpazos paseándose embutidos en esos modelitos tan modernos y apretados. Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero ¿quién puede evitarlas? Me entró tal depresión que estuve tres meses pagando el gimnasio mientras me auto convencía de que al día siguiente iría. Al final afronté lo inevitable y me di de baja. Como el objetivo era ir al gimnasio, e ir fui, aunque sólo fuera una vez, debo decir que este propósito también ha sido:
V  Conseguido.



-No criticaré a mis conocidos:  De verdad que lo he intentado, pero me lo ponen tan difícil. Y ni te cuento lo que pasa con los desconocidos. Así que debo decir que:
V  No conseguido.


-Viajaré: Este año no ha estado mal en este sentido. He podido viajar a la tentadora Londres,  a la hermosa Lisboa y a la artística Figueras. Me alegra poder decir:
V  Conseguido.

-Seré puntual: Este es uno de los retos en los que más empeño he puesto, pero debo decir que el tiempo acaba conspirando contra mí de forma vil y siempre acabo llegando tarde a todas partes. Así que con todo mi pesar y bajo las malas miradas de mis amigos a los que les toca esperarme siempre, tengo que proclamar:
X  No conseguido.


-No mentiré: Es uno de los propósitos menos egoístas y en un mundo en que abunda el embuste, el subterfugio, la hipocresía y la falacia, ser el único que va con la verdad por delante es un suicidio. Así que tengo que reconocer que he mentido alguna vez, mentirijillas como diríamos cuando éramos críos. Pero como dicen los psicólogos el que afirma que no miente, está mintiendo. No tengo otra opción que aceptar que:
X  No conseguido.


-Seré generosa: Por supuesto, ¿alguien lo duda?
V  Conseguido.



-Tendré una afición: He descubierto el arte del Amigurumi que consiste en hacer muñecos tejiendo lana. Es un universo muy extenso y estaré entretenida durante muuucho tiempo. Puedo decir tranquilamente:
V  Conseguido.


-Aprenderé a tocar un instrumento: Hace cosa de seis meses me apunté a una escuela de música, donde insistieron en enseñarme solfeo y a leer partituras. Fue una decepción para todos descubrir que carezco completamente de oído musical y que tocar un instrumento era una aspiración demasiado elevada para mí. Así que me limitaré a tocar la pandereta en Navidad. Snif, Snif. No puedo reclamar el mérito de haber logrado este objetivo.
X No conseguido.


-Llamaré una vez a la semana a mi madre: Eso ha resultado muy complicado, pues ahora que está jubilada se ha apuntado a todas las actividades que ha sido capaz de encontrar y no hay quien la encuentre en casa. Así que:
X No conseguido.


Si fuera de los que llevan la cuenta diría que han sido 6 objetivos logrados de 11. No está mal para una novata.

Bueno ya casi es la hora de tomar las uvas, no os atragantéis y que el 2013 sea un mejor año para todos.



martes, 25 de diciembre de 2012

VEREDICTO XVI


Este año nos ha sorprendido la revelación del Papa Benedicto XVI con el libro  “La Infancia de Jesús”, con la matización del verdadero aforo del belén donde nació el Mesías.
El nuevo veredicto proclama que en el establo en que nació el hijo de Dios no consta que hubiera ningún animal. Que ya es extraño que en un pesebre no hubiera ninguna criaturita de Dios, y me llama la atención ¿dónde dejaron el borrico en el que iba subida la virgen? Igual lo mandaron a otra dimensión que ahí estorbaba. En fin, como no son mencionados específicamente y no hay que dar nada por supuesto, tenemos que eliminar el buey y el burro del belén.
¡Ala, dos figuritas que hay que tirar!

La estrella que seguían los Reyes Magos no fue tal, sino una supernova. Si te preguntas cómo sabe eso, la respuesta es muy sencilla, el Papa Benedicto XVI tiene edad suficiente para haber vivido la experiencia en vivo,  aunque no me queda tan claro  cómo fue capaz de distinguir la diferencia entre una estrella fugaz y una supernova. La única explicación posible es que sea un ser de una civilización avanzada que vino a controlar el desarrollo de la humanidad, que posee la ultra visión.
Así que ya podemos ir tirando la estrella a la basura.
¡Que lástima, ya son tres!

Ahora que ya sabemos como se hace, podemos seguir por nuestra cuenta.

¿Por qué no hablamos ahora de San José?
Analicemos este personaje: no participa en la fecundación del niño, tiene que abandonar su hogar, su familia, sus pertenencias y pasar penurias por el hijo de otro. Cualquiera sabe que habría desertado a medio camino a Belén.
Así que la figura de San José también podemos quitarla.
¡Ya llevamos cuatro!

En un entorno hostil como el desierto, todos sabemos que no fluyen ríos borboteantes. Es hora de quitar el torrente azul, el pastor, la lavandera, el molino, el puente y todo animal acuático que colocábamos en él.
¡Y ya sumamos diez!

El pequeño pesebre nos está quedando como un loft minimalista muy cuco.

Agradezcamos al Papa Benedicto XVI haber destapado esta conspiración de los artesanos de las figuritas del pesebre, que crearon personajes inexistentes para apoderarse vilmente de nuestras monedas de oro. Aunque podría haberlo hacho el año pasado que fue cuando compre el juego al completo.

Muchos pensaréis que el buen hombre tendría que dedicar su tiempo a cosas más importantes, y seguro que tenéis una lista muy, muy larga. ¡Pero mirad que sois malos!

Pese a ver esquilmado terriblemente uno de los símbolos más importantes de estas fiestas, deseo a todo el mundo:



viernes, 21 de diciembre de 2012

EL FIN DEL MUNDO YA ESTÁ AQUÍ


¡Hoy se acaba el mundo!
Según parece los Mayas lo vaticinaron hace 1200 años, aunque no sé si es muy fiable, viniendo de un pueblo que no vio venir su propia extinción.
Dada la cantidad de información que uno puede encontrar al respecto, parece que es un tema que preocupa a mucha gente.
Yo os puedo asegurar que mantengo los dedos cruzados  para que el fin del mundo llegue.
La razón es muy sencilla, imaginad todo lo que nos ahorraremos de vivir:
-Se acabará la crisis.
-Las guerras.
-La pobreza y el hambre.
-No aguantaremos más al capullo del jefe ni a los compañeros trepas.
-La prevaricación y el cohecho.
-Y lo más importante: se extinguirán los políticos y los banqueros.
Francamente yo sólo le veo aspectos positivos al fin del mundo.
Aunque si observas bien, te das cuenta que la gente en realidad no se lo ha tomado tan en serio como nos quieren hacer creer. Pues si los humanos estuvieran convencidos de que eran sus últimos días en la Tierra, estaríamos inmersos en el caos, el pillaje, la violencia y el jolgorio. En lugar de eso estamos almacenando alimentos como ardillas para celebrar las Navidades en familia.
Pero no sufráis que yo permanezco con los dedos cruzados esperando que el fin del mundo llegue.

EL INVIERNO YA ESTÁ AQUÍ


Van Gogh, Paisaje Invernal.

martes, 18 de diciembre de 2012

CUENTO DE NAVIDAD (2ª Parte


Sonaron las once en el reloj del salón, momento en el que se materializó ante él un hombre atlético en la plenitud de la vida. Con un rostro que seguro hacía desmayar a las mujeres a su paso. Como Ilusión, era semi-transparente,  pero éste irradiaba todo su ser en tonos rojizos.
-Soy Cinismo, el espíritu de las Navidades Presentes y  he venido a mostrarte aquello que no ves.
-Lo cierto es que con la visita de tu compañero ya he aprendido la lección. No hace falta que me muestres nada. De verdad, puedes irte a beber ectoplasma o lo que sea que hacéis en los ratos de ocio.
Cinismo lo fulminó con sus ojos brillando en un intenso rojo infernal.
-Mala suerte para ti. No hay forma que escapes de mí. Y nadie aprende la lección hasta que se da de  bruces, esta es una vedad absoluta del ser humano. Y tú eres humano, ¿no?
-S…sí.
-Entonces no perdamos más tiempo que tenemos mucho que ver.
Chasqueando los dedos hizo que Croonch fuera elevado por una fuerza invisible y quedara de pie junto a él.
De debajo de sus pies surgieron unos brazos de fuego que formaron una esfera de lenguas de lava rugiente alrededor de ellos. Cuando ésta desapareció igual que había aparecido, se hallaban contemplando la cocina de una casa de dos plantas a las afueras de la capital.
-¿Esa no es tú secretaria? –dijo Cinismo.
-Sí, bueno. La heredé de mi antecesor –dijo Croonch con irritación.
-Entiendo –se limitó a decir Cinismo.
Un hombre alto entró y abrazó a María.
-El doctor ha llamado hoy, los análisis no han salido bien, tendremos que regresar a Houston después de las fiestas para otra sesión.
-Tenía la esperanza de no tener que volver a pasar por esto –dijo María apoyando la frente en el hombro del hombre-. ¿Se lo has dicho a Irene?
-Todavía no. He pensado que las Navidades serían más felices así.
-Bien, entonces tenemos que hacer que sean especiales para Irene.
-¿Quién es Irene? –preguntó Croonch.
-Claro, es cierto, tú no tienes porque molestarte en saber que tu secretaria tiene una hija de diez años llamada Irene.
-Mmmmm…
-Que está enferma de cáncer y que la llevan a Estados Unidos a recibir un tratamiento muy caro.
-Mmmmm…
-Ya veo que no –dijo Cinismo.
Chasqueó los dedos y la misma bola de fuego los envolvió y los trasladó ha otro hogar.
-Esta casa me suena –dijo Croonch.
-Es la casa de la abuela de tu viejo amigo Marcos.
-¿Cómo le va?
-Al final tuvo que cerrar la fábrica, vendió su casa para pagar a los trabajadores y se vino a vivir a casa de su abuela con su mujer y sus dos hijos. Lleva casi un año en el paro y viven de la pensión de su abuela.
-Ya veo.
-¿Estás seguro? –dijo Cinismo incrédulo.
La escena era parecida a la que reflejaba la Navidad Pasada, estaban todos reunidos en la mesa, riendo, comiendo, charlando, haciendo bromas, en definitiva disfrutando unos de otros. Lo único que era distinto era la comida, más modesta este año, aunque igual de abundante.
-Parece que pese a las estrecheces, aún hacen buenas comidas –dijo Croonch.
-Hay gente que se acomoda a lo que tiene y sigue siendo feliz –dijo Cinismo.
Chasqueó los dedos y Croonch se acongojó, pues ya sabía que iba a ser tragado por una bola de fuego que lo llevaría a otro destino.
Esta vez estaban en un acogedor salón, en él se hallaban su hermana, su cuñado, sus sobrinos Borja, Isabella y Matías, con su esposa Maribel que acunaba un bebé berreón.
-Ese es tu sobrino nieto, Cristian. Al cual aún no conoces –dijo Cinismo.
-He estado muy ocupado –se justificó Croonch.
-Demasiado ocupado para conocer a un nuevo miembro de la familia, muy mal colega, muy mal.
-Le mandé una cesta al hospital, ¿qué más quieres? –dijo Croonch.
-No me lo puedo creer, tú gastando dinero. ¿Y el cielo no se abrió y cayeron ranas?
-No –dijo Croonch.
-Vamos cielito, deja de llorar o atraerás al tío Croonch y te llevará –le canturreó Matías a su hijo.
-No seas malo, Matías –dijo su esposa.
-No es malo –dijo Borja-. Es la viva imagen del hombre del saco. Esta mañana he ido a verlo para invitarlo a cenar y ha empezado a despotricar de la bondad, la generosidad y la Navidad en general. No entiendo cómo puede tener un corazón tan negro.
-Eso no es así –dijo la madre-. Sólo que no sabe expresar su cariño como hacemos los demás, en el fondo tiene buen corazón.
-Sí, tan en el fondo que no hay quien lo encuentre –dijo su marido-. A mí aún me llama “gastatizas”, y soy profesor de universidad. Nunca le caí bien y nunca lo haré.
-Vamos, cielo. No seas rencoroso.
-Sólo por ti, amor –dijo el marido besándola dulcemente.
-Siempre ha sido un cursi –dijo Croonch.
-Porque demuestra tener consideración por los sentimientos de su esposa, ya veo.
-¿Qué ves? –preguntó Croonch a la defensiva.
-Nada, nada –contestó Cinismo.
-¿Cómo que nada? –gritó Croonch.
Pero Cinismo lo ignoró y chasqueó los dedos y la esfera de fuego los envolvió y lanzó de nuevo a Croonch sobre su cama solitaria.
Empezaba a estar harto de que lo llevaran de arriba abajo como si fuera un saco de patatas. ¡Él era el Ministro de Economía! ¡Todo el mundo le temía! Se merecía un respeto. Se iba a enterar el próximo espíritu que apareciera.

Cuando empezaban a dar las doce un frío gélido inundó la alcoba, cuando Croonch pudo volver a ver a través de la bruma, vio una imponente figura oculta en una aterradora túnica con capucha.
-¿Eres el espíritu de la Navidad Futura? –dijo Croonch con voz temblorosa.
La capucha se movió en un gesto afirmativo. Lo señaló con un dedo huesudo y lo dobló hacia arriba para indicarle que se acercara.
Croonch negó con la cabeza. El espíritu repitió el gesto hasta que él se arrastró junto el espectro de mala gana. Al instante, una ventisca azotó al asustado Croonch, que se protegió la cara con los brazos. Cuando por fin la tempestad amainó se encontró contemplando un enorme cartel de propaganda de campaña electoral, que lo mostraba a él sonriendo con confiada elegancia.
Cayó arrodillado en el suelo embargado de la emoción.
-¡Lo conseguiré, seré presidente del gobierno! –dijo entrecortadamente.
El espíritu negó con la cabeza.
-¿Cómo qué no?
El espectro señaló con su huesudo dedo otro cartel electoral que mostraba un famoso vidente sosteniendo un manojo de acelgas.
-¡NOOOOO! ¡No puede ser! –gritó Croonch con lagrimones corriendo por sus mejillas-. Dime que este futuro no es inalterable. Que puedo luchar para cambiarlo. Dime algo –suplicó.
El fantasma agitó su dedo en el aire y una bruma oscura formó las siguientes palabras: “El futuro es incierto, cada uno forja su propio destino”.
-Cambiaré, seré más y mejor. Lo prometo –dijo Croonch agitando un brazo en el aire.
El espíritu lo miró desde la profundidad de su capucha pero siguió sin decir nada.
Acto seguido se encontró arrodillado en el borde de la cama con el brazo en alto y cayendo de cabeza al suelo.
Excepto por el golpe, estaba exultante, lleno de alegría y una nueva determinación por el futuro que se abría ante él.

Al salir de casa, Croonch se encontró a Bernardo, su chofer personal esperándolo con su estoicismo habitual.
-Vamos, Bernardo. Que tenemos mucha felicidad que repartir –dijo entrando por la puerta que sostenía Bernardo.
Si a ésta la nueva actitud de su jefe le pareció extraña, no lo mencionó.
-Llévame a casa de María.
-Sí, señor.
En la parte trasera del vehículo Croonch iba pensando en todo lo que había aprendido esa noche.
Si habiendo subido el IVA, congelado las pensiones, bajado el sueldo a los funcionarios y recortado las pagas extras, la gente aún era feliz y podía poner comida en la mesa, significaba que todavía se les podía exprimir un poco más.
Croonch encendió la grabadora y recitó:
-Punto uno: Subir el IVA del 21 al 24%.
Punto dos: Haciendo un gran esfuerzo por parte del gobierno y para no faltar a la palabra dada en las elecciones, las pensiones subirán un 1,2% el próximo enero.
Pasaron por delante de un grupo de seis jóvenes que estaban cantando villancicos en la acera, mientras pedían dinero.
Croonch llamó a la policía y solicitó que un grupo de antidisturbios fuera a disolver la manifestación de esos anarquistas que querían desestabilizar la democracia y hundir la economía de mercado. Con este tipo de delincuentes había que tener mano dura.
El coche se detuvo en un paso de peatones donde una ancianita estaba cruzando a su ritmo.
Dentro del coche que estaba aparcado y que quedó a la altura del ministro, un hombre se desperezaba, claramente había pasado la noche en el vehículo. El desconocido saludó a Croonch con una sonrisa triste. Éste la devolvió la sonrisa.
-¡Arranca ya! –le dijo a Bernardo frenéticamente.
-Está cruzando una viejecita.
-¡Da igual! Una pensión menos que pagar.
Afortunadamente Bernardo era un ex-legionario cuya madre le había inculcado un gran respeto por los mayores  e ignoró descaradamente la orden del ministro.
Croonch encendió la grabadora de nuevo:
-Punto tres: Aprobar una ley que no permita aparcar vehículos residenciales en las vías públicas sin la debida autorización, previo pago de una tasa de 200 euros semanales al ayuntamiento pertinente. Dormir en un vehículo aparcado en la vía pública lo convertirá automáticamente en vehículo residencial sujeto a la normativa anterior. Exponiéndose a una retirada del susodicho por la grúa y a una multa de 500 euros.
Punto cuatro: Realizar una auditoría a Marcos Hidalgo.
Punto cinco: Conversión del Hospital General en un Centro de Tratamiento de las Dolencias de la Tercera Edad.
-Hemos llegado, señor.
-Justo a tiempo –dijo Croonch bajando del vehículo.

Tras el tintineo del timbre, María abrió la puerta.
-¿Señor Ministro? ¿Ocurre algo? –dijo María sorprendida.
-¿Quién es, mamá? –dijo una jovencita muy pálida que llevaba la cabeza cubierta con un pañuelo.
-Mi jefe, el señor Croonch, esta es mi hija Irene.
-Encantada –dijo la chica-. ¿Nos ha traído un regalo?
-¡Irene! Ve a dentro, no vayas a coger frío.
Al quedarse solos Croonch habló primero:
-Pues sí que he traído un regalo –dijo depositando en la mano de la secretaria la grabadora-. Lo quiero transcrito mañana a primera hora.
-Pero…
-Mi regalo para ti es que conservas tu trabajo, con él puedes pagar ese tratamiento para tu hija.
Dicho esto Croonch bajó a saltitos las escaleras del porche, se giró y gritó alegremente:
-¡Feliz Navidad!
Ante la cara de incredulidad de su secretaria, Croonch se metió en el coche y desapareció calle abajo.

Esta iba a ser una prueba de valor sin igual, entró en el salón de su hermana Elena donde toda su familia estaba reunida y soltó:
-¡Feliz Navidad a todos!
Y todos se quedaron mudos de la sorpresa.
-Sé que no me esperabais, pero me gustaría pasar las fiestas con vosotros –dijo Croonch.
La primera en reaccionar fue Elena.
-Por supuesto que eres bienvenido –dijo abrazando a su hermano.
-Y he traído regalos –dijo Croonch-. Matías, ¿tú y tu esposa aún os dedicáis a dar masajes y a las velas perfumadas y demás?
-Sí –respondió Matías cauto.
-Voy a crear un gran centro para el cuidado de las dolencias de los mayores y estos van a necesitar muchos masajes y terapias alternativas de esas. Y las va a realizar en exclusividad tu empresa, así que ve ampliando la plantilla. Y tú, mi carismático Borja. Debes crear una empresa de grúas, pronto habrá una gran cantidad de trabajo en ese sector y no hace falta decir que puedes acaparar ese mercado si tienes los contactos adecuados y está claro que los tienes –le guiñó el ojo Croonch a su sobrino-. Y para la hermosa a la par que elegante Isabella, un puesto de directora de telediarios en la cadena de televisión local.
-Pero tío, yo no sé nada de eso –dijo ella compungida.
-Tranquila, con que aparezcas bien vestida y grites a alguien de vez en cuando será suficiente.
-Eso puedo hacerlo –dijo la chica más animada.
-Y por último, aunque no menos importante, mi querido cuñado –dijo Croonch abrazando al marido de su hermana-. ¿Sigues de profesor de universidad?
-Sí.
-Pues pronto el director se verá envuelto en un turbio escándalo que lo obligará a dimitir, así que prepárate para ser el que manda.
-Vaya tío, que sorpresa –dijo Borja emocionado-. ¿A qué se debe semejante cambio?
-He tenido una revelación y he aprendido que hay que ser generoso y entregarse a los demás. Ese es el camino. ¡Feliz Navidad a todos! –gritó exultante Croonch.
-¡Feliz Navidad! –corearon todos.

Tres espíritus contemplaban la escena desde la ventana.
-No me lo puedo creer –dijo Ilusión.
-Menudo fiasco –corroboró Cinismo.
 El espíritu envuelto en una capa agitó su huesudo dedo y formó con bruma las siguientes palabras:
-Cada cual forja su propio destino, sea cual sea.
-Muy profundo –dijo Cinismo-. ¿Qué os parece si vamos a tomar una copa antes de presentar el informe?
Por toda respuesta el espíritu de las Navidades Futuras se esfumó entre una lluvia de copos de nieve.
-Desde que Esperanza encontró esa túnica y se volvió misterioso se ha convertido en un aburrido –dijo Cinismo.
-Sí, ya nada es como antes –corroboró Ilusión-. Cada vez es más difícil hacer que los Scrooge regresen al buen camino.
-Esto no va a hacer nada feliz al jefe.
-No, nada feliz. Vayamos a tomar esa copa antes de que se entere.
Y entre un torbellino y una bola de fuego desaparecieron.







Dedicado a aquellos que con sus historias  nos dieron una infancia plagada de fantasía e ilusión  y nos enseñaron a ser mejores personas. A todos ellos, gracias.














lunes, 17 de diciembre de 2012

CUENTO DE NAVIDAD (1ª Parte)


Modernización del “Cuento de Navidad” de Charles Dickens de 1843


24 de diciembre, Madrid.
El señor Croonch estaba de más mal humor que de costumbre. Desde el restaurante hasta su despacho, del que distaban sólo tres calles, había sido asaltado por mendigos, Santa Claus, músicos callejeros, asociaciones pidiendo para los niños, los diminuidos psíquicos, los lisiados y los huérfanos. ¡Asaltacalles todos!
La caridad sólo fomentaba la mendicidad y la vagancia. Que estudiaran y trabajaran para ganarse la vida en lugar de molestar a los honestos contribuyentes.
Se encerró en su despachó desde hacía tres meses, heredado del anterior Ministro de Economía, Ricardo de Rodrigo, que murió de un infarto mientras impartía la catequesis a una joven de moral entretenida. Que menudo momento para cargar con el ministerio de economía, embarcados en una profunda crisis mundial, el ministerio más deseado era el de Medio Ambiente, que nadie se preocupaba de la contaminación cuando estaba tomando la ciudad por asalto.
-Está aquí su sobrino –dijo la secretaria por el interfono.
-Dígale que no estoy.
Antes de que terminara de hablar, el guapo y atlético sobrino suyo, llamado Borja, entró con sus característicos andares de estrella de cine.
-Feliz Navidad, tío Evaristo.
-¿A qué has venido?
-A invitarte a la cena de esta noche y la comida de mañana. Como cada año.
-¿Y por qué no lo has hecho por correo como cada año?
-Vamos, tío. Es Navidad, una época de felicidad y generosidad.
-¡Paparruchas!
-Nosotros queremos compartir contigo estas fechas. Nos lo pasaremos en grande, comeremos, reiremos, cantaremos, celebraremos lo afortunados que somos. No entiendo qué puedes tener en contra.
-Sólo es una excusa para no trabajar y para conseguir dinero con falsos pretextos.
-No puedo creer que digas eso. La Navidad simboliza todo lo contrario. Es la mejor época del año. Mamá ya me dijo que era inútil hablar contigo. Me marcho.
-Con viento fresco.
-Aún así, te deseo Feliz Navidad, tío Evaristo –dijo Borja saliendo por la puerta.
-Señor Croonch, aquí tiene el informe de la comisión de aranceles. Yo voy a marcharme, ¿necesita algo más?
Ésta era María, su secretaria, también heredada del anterior ministro. Bajita, regordeta y muy eficiente. Aunque él las prefería altas, rubias y pechugonas, no la podía echar pues tenía un hijo tullido y eso lo convertiría en un ogro a los ojos de esos periodicuchos sensacionalistas. Y como bien le había dicho el rey el día que juró su cargo: “No metas la pata, Croonch.” Así que tenía que aguantarse y claudicar.
-¿Tan temprano? –protestó Croonch.
-Sí, señor. Es nochebuena.
-Buena excusa e imagino que mañana pretende hacer fiesta.
-Sí, sí. Pretendo celebrar la natividad del Señor como el calendario laboral así lo estipula.
-No veo como la gente pretende que el país salga de la crisis. Vaya, vaya –dijo haciendo con la mano un gesto de despedida.

Un par de horas después el ministro entraba en su mansión. Le recibió la soledad y el silencio. El servicio también se empeñaba en celebrar las fiestas con sus familias.
Después de cenar y repasar los informes sobre el incremento de las pensiones para el ejercicio del 2013 que se estimaba en un 2,45%, Evaristo Croonch se enfundó en su pijama de seda, se arrebujó en su cama gigante y se dispuso a disfrutar de la Nochebuena.
Estaba profundamente dormido cuando un tintineo lo despertó.
Soltó un grito agudo cuando vio abalanzado sobre él un cuerpo iridiscente, medio descompuesto por la muerte del que caían billetes de 500 euros y monedas de dos euros, que al dar contra el suelo tintineaban y se desvanecían.
-Siempre supe que eras una nenaza –dijo el tipo alejándose unos pasos.
Sintiendo que estaba al borde de una angina de pecho, Croonch observó con más detenimiento al intruso. Podía ver a través de su cuerpo y no dejaba de caer dinero de sus mangas y bolsillos. Sus facciones le resultaban familiares.
-¡Eres Ricardo de Rodrigo!
-El mismo –dijo éste poniendo pose de conquistador español-. ¿Me tienes tanto miedo que ni eres capaz de mirarme?
-¿Podrías subirte la bragueta? –dijo Croonch tapándose los ojos con la mano.
El fantasma miró hacia abajo.
-Oh, vaya. Esto de la muerte a veces es una faena –dijo subiéndose la cremallera-. Ya puedes mirar, que no te voy a comer.
-¿Qué haces aquí? –dijo Croonch temblando todavía.
-He venido a advertirte.
-Me doy por advertido, ya puedes irte.
-¡Silencio, cretino! –rugió de Rodrigo abalanzándose sobre él-. Si no quieres acabar como yo, prestarás atención a mis palabras.
-Sí, lo que tú digas –dijo con voz temblorosa Croonch.
De Rodrigo se sentó parsimoniosamente en un sofá orejero, mientras seguían cayendo dinero de él.
-Lo que más hecho de menos son las pequeñas cosas, un buen puro, una copa de whisky al terminar el día, una hermosa mujer… pero no estoy aquí para eso. He venido a comunicarte que esta noche recibirás la visita de tres espíritus.
-¿Tres? ¿Por qué no uno?
-¡Cállate! Sigues tan lerdo como siempre. ¡Serán tres y chitón! Ellos te llevarán de viaje, puedes resistirte pero eso sólo lo hará más doloroso.
-¿Dónde me llevarán?
-Ellos te informarán.
-¿Te han mandado a ti porque eres una alma condenada?
-Nah. Necesitaban un espíritu para venir a atormentarte y me presenté voluntario –terminó con una cruel carcajada que heló los huesos a Croonch-. Lo dicho, no huyas, Croonch, que será peor.
Y con eso Ricardo de Rodrigo se desvaneció dejando tras de sí un rastro de monedas tintineantes.
-Voy a despedir a Eulogia. ¿Qué habrá puesto en la comida?
Descartando la aparición como los efectos nocivos de la alimentación se dio media vuelta y se echó a roncar.
Un estremecimiento de frío lo despertó, se incorporó para agarrar el cobertor que se había caído y se encontró mirando la cara de un niño de resplandeciente color azul.
-Aaaaaah –gritó Croonch.
-¿Nadie te ha dicho que gritas como una niña?
-Eso no es verdad –dijo ofendido-. ¿Y tú quién eres?
-Soy Ilusión, el espíritu de las Navidades Pasadas y he venido a mostrarte lo que fue.
-Pero eres un niño, no voy a ir a ninguna parte contigo.
-¿Preferirías que fuera una hidra? –preguntó Ilusión tendiendo su mano.
-No, gracias.
Ilusión lo agarró de malos modos por el cuello y los lanzó a un torbellino que los alzó a través del tejado a una espiral de viento circular.
Croonch sólo podía pensar que iba a perder sus pantalones y que no le apetecía en absoluto llegar a donde fuera enseñando sus vergüenzas.
Cuando el viento cesó se halló arrodillado en la nieve con el estómago revuelto y los pantalones en su sitio.
¡Gracias a Dios!
-¿Reconoces a ese niño sentado en ese patio trasero, enfuruñado, con un cachorro saltando y ladrando a su alrededor?
-Soy yo –dijo Croonch sin aliento-. Y ese es Scooby, tengo gratos recuerdos de ese perro.
-Puede que no todo esté perdido para ti –dijo Ilusión.
-Yo quería un avión teledirigido y me regalaron ese estúpido perro. Tenía que cuidarlo, darle de comer y sacar a pasear. Decían que eso me haría responsable. Se lo vendí a Héctor Villalba por mil pesetas. Ellas fueron el inicio de una carrera ascendente.
Ilusión lo miró desencajado.
Una niña pequeña salió corriendo de la casa.
-Risto, Risto –voceaba mientras sus trenzas se agitaban en el aire.
-Esa es mi hermana Elena –dijo Croonch con nostalgia.
Agitaba en la mano un peluche cuando se cayó de cara en la nieve.
El joven Croonch se levantó y se acercó a ella.
-Elena, eres torpe. No deberías correr.
Y sin más siguió su camino hacia la casa, dejando a su hermana tirada en la nieve.
-Eras un figura –dijo Ilusión.
Agarró a Croonch del codo con fuerza desmesurada mientras un torbellino  surgió bajo sus pies y los levantó hacia el firmamento en una espiral desbocada. Cuando volvieron a tener los pies en el suelo, Croonch estaba al borde del desmayo. Se hallaban en la oficina que se usaba como sede de campaña en la que participó como voluntario hacía tantos años, pero lo único que lo mantuvo en pie fue tener en frente la imagen de Cristina, su único amor, allí delante de él, gritándole:
-¿Te avergüenzas de mí?
-Yo no he dicho eso, lo has entendido mal –dijo un Croonch de veinte años vestido con pantalón de pinzas, camisa y jersey anudado al cuello-. Sólo digo que deberías cuidar más tu aspecto. Hacerte un buen corte de pelo, vestir más elegantemente, una manicura no te haría ningún daño y ya que estamos podrías pensar en hacerte algún retoque, tal vez un par de implantes… Al fin al cabo tu imagen repercute en mi reputación y ésta es muy importante para mi carrera política.
-¡Eres un idiota!
-¿Por qué? ¿Por pretender mejorar tu apariencia? ¿Por aspirar a algo más que ser un simple tendero?
-No eres el hombre del que me enamoré. En realidad no sé quien eres.
-Vamos Cristina, desde el principio te dije que quería llegar lejos, no tiene nada de malo ser ambicioso.
-Sí lo tiene cuando es a costa de lo más importante.
-Yo no voy a sacrificar mi futuro y necesito a mi lado una mujer que esté dispuesta a estar a mi lado.
-Pues parece que yo no voy a ser esa mujer –dijo Cristina saliendo dando un portazo.
-Yo no lo recordaba así –dijo Croonch.
-Yo sólo muestro lo que fue –dijo Ilusión-. Como lo recuerdas tú, no es relevante.
Observaron como el joven Croonch se mesaba el cabello y mascullaba:
-Muy bien, si eso es lo que quieres, seguiré sin ti, no te necesito para nada, en realidad no necesito a nadie.
-¿No fuiste tras ella? –preguntó Ilusión.
-Por supuesto que no.
-¿Acaso no la amabas?
-Sí, pero ella quería cambiarme.
Ilusión levantó un ceja pero no añadió nada más, tan solo le cogió de la muñeca e invocó el tornado que les llevó a un nuevo destino.
Esa vez era la cocina de un piso modesto aunque alegremente decorado con muchos adornos navideños.
-Yo le conozco, es Marcos Hidalgo. Estudiamos juntos, a los veintiuno heredó una pequeña fábrica de su abuelo y en pocos años la convirtió en una de las empresas más prosperas del país –dijo Croonch con envidia en la voz.
-La situación es realmente mala –dijo Marcos a su abuela-, en unos meses me veré obligado a declarar la fábrica en banca rota si no encuentro una solución pronto.  La venta de la casa apenas llegará para pagar a los trabajadores la liquidación. La situación es insostenible y no hay forma de reflotar el negocio. Siento que le he fallado al abuelo.
-Tu abuelo estaría orgulloso de  ti, lo mismo que yo. Todo saldrá bien. Yo siempre estaré a tu lado para lo que necesites –dijo la abuela.
-Gracias, pero espero no tener que llegar a eso.                        
-Ahora vamos ahí fuera y hagamos que los chicos pasen una buena Navidad.
-¿Qué ha ocurrido? –dijo Croonch.
-La crisis le ha llevado al borde de la quiebra pese a todos sus esfuerzos, seguramente perderá la fábrica –dijo Ilusión siguiendo a los humanos al salón.
Allí encontraron a una familia reunida alrededor de una mesa charlando alegremente mientras compartían ese momento de camaradería fraternal.
-¿Cómo pueden estar tan alegres cuando están a punto de perderlo todo? –dijo extrañado Croonch.
-Hay personas que pese a la adversidad son capaces de ver lo bueno que ofrece la vida y compartirlo con los demás.
-Ilusos –dijo Croonch.
La succión del torbellino lo lanzó sobre algo bando donde rebotó un par de veces. Pese a la oscuridad fue capaz de reconocer su habitación.
Ilusión no estaba por ninguna parte.
Croonch se cubrió con el edredón hasta la nariz, temeroso de lo que podía ocurrir a continuación.

Continuará...